miércoles, 30 de abril de 2014

Libertad (3ª Parte)

-¡Juan!-Era una chica morena, de ojos verdes. Derrochaba alegría, y Juan no pudo evitar sonreír.
-¿Si?
-Juan, vámonos a clase, corre que llegamos tarde, ¡gracias por esperarme!- Dijo aquella chica que Juan no recordaba mientras tiraba de su brazo y le hacía correr por los pasillos de la universidad, hasta que llegaron a su destino: el aula de Historia Económica.

Pasó una larga hora, la cual Juan empleó para observar a la joven que le había “secuestrado” mientras ésta tomaba apuntes y le lanzaba de vez en cuando una mirada de reproche que parecía recriminarle su pasividad ante la clase pero él no sabía escribir, por lo tanto, ¿qué podía hacer? Tampoco entendía de qué hablaba aquel señor canoso ¿qué se suponía que era la inflación? ¿una enfermedad? ¿Y la balanza comercial? ¿Era comestible? No, aquél no era su hábitat natural, eso desde luego. No obstante, la intervención de su compañera al responder a una de las preguntas que había hecho el profesor le sirvió para conocer su nombre: María. Qué dulce nombre, pensó Juan.
-¿Juan? ¿Podrías despertarte? Tenemos clase de Macroeconomía.- Juan se sintió desfallecer.
-No me encuentro bien ¿podrías sacarme de aquí? No puedo más.
-Pero ¿qué te pasa?- Preguntó María preocupaba mientras posaba su mano sobre la frente de Juan- Parece que no tienes fiebre... ¡Pero si Macroeconomía es tu asignatura favorita! Hoy no eres tú, primero te pasas toda la clase pensando en Dios sabe qué y ahora me dices esto...

-Es complicado...-Juan no sabía qué hacer, ¿debía contarle cómo se sentía realmente? María parecía una persona que sabía escuchar, quizás ella sí le comprendería... Entonces Juan decidió contárselo todo: que no sabía quién era ese tal Antonio, que no entendía por qué todo el mundo le hablaba como si lo conociera ni por qué estaba allí, que no recordaba nada, ni siquiera quién o qué era antes de despertar aquella mañana en esa claustrofóbica habitación que, para variar, tampoco conocía. También le contó que continuamente tenía la necesidad de volar, de irse de allí, de escapar de esa situación que por más que intentaba no lograba entender. María, incrédula ante aquella larga confesión sólo alcanzó a preguntar:

lunes, 28 de abril de 2014

Libertad (2ª Parte)

Tras bajar tres tramos de escaleras Juan y Antonio llegaron a lo que para Juan era una puerta pero más grande, aquello debía ser el portal. Antonio abrió la puerta y le dejó pasar. La luz del sol cegó a Juan durante unos instantes. Cuando pudo entreabrir los ojos vió que Antonio estaba montado en una especie de máquina roja, parecía una especie de “casa” ambulante, sin techo, que además Antonio podía controlar con un objeto circular que tenía en sus manos. Éste le miró desafiante:
-¿Te vas a montar en el coche? ¿O piensas ir a la universidad andando?- Su tono irónico comenzaba a cabrear a Juan.
-Pues claro- Contestó éste mientras pensaba cómo introducirse en aquel extraño aparato al que Antonio llamaba coche, decidió entrar saltando.
-¡La tapicería!- Exclamó Antonio enfadado y partieron camino de la universidad.
El breve recorrido en coche supuso para Juan una revelación, conocía aquella vertiginosa sensación... Las calles pasaban a gran velocidad a su lado mientras los niños cargaban con sus mochilas camino del colegio, las palomas se acercaban a aquél hombre que les arrojaba granitos de pienso y él era libre, o al menos, así se sentía. Se detuvieron frente a un edificio blanco, rodeado de un césped verde y bien cuidado, le gustaba aquél sitio.
-Pues ya hemos llegado.
Juan observó cómo Antonio se bajaba del coche y le imitó, erá fácil sólo debía tirar de una pequeña fría “rama” gris que sobresalía.
-¿Estás bien? ¿Te pasa algo? Te noto extraño...
-No es nada, ¿dónde decías que estábamos?
-Juan, ya basta. Déjate de bromas y vete a clase, nos vemos después.-Contestó Antonio medio enfadado.
-Una última pregunta: ¿hacia dónde tengo que ir? -A Antonio eso ya le parecía más razonable, la memoria nunca había sido el punto fuerte de Juan...
-Tienes Historia Económica y si no te aligeras llegarás tarde.-Y se fue.

Juan se encontró sólo ante aquel edificio e instantáneamente le pareció cinco veces más imponente que segundos antes, no sabía qué hacer. ¿Entraba? ¿Esperaba?

sábado, 26 de abril de 2014

Libertad (1ª Parte)

Hoy os traigo Libertad, un relato corto que publicaré dividido en 5 partes a partir de hoy los lunes y miércoles de la semana que viene y la siguiente. Espero que os guste, aquí os dejo la primera parte:


Libertad

Un día, después de un sueño inquieto, se despertó bruscamente, no recordaba nada, tan sólo el sentimiento de libertad que respiraba cuando volaba entre las altas copas de los árboles que habían en lo que él imaginaba su hogar, su bosque. Una sensación de calma y serenidad inundó su ser. Su bosque. ¿Por qué lo sentía tan cerca y a la vez tan lejos? Reflexinó mientras su mente le proporcionaba otra pregunta no menos importante: ¿dónde se encontraba? Dedicó unos minutos a observar la pequeña habitación que le rodeaba, era pequeña, pequeña y claustrofóbica, muy diferente a su bosque. Necesitaba salir y respirar pero lo cierto era que no sabía cómo, había una ventana abierta, sin embargo, sus alas parecían no querer desplegarse y ayudarle a escapar de allí, por tanto, sólo le quedaba esperar.

De repente, un destello llamó su atención: un espejo. Pero no, aquél no podía ser él. Se fijó detenidamente en su reflejo, en cada detalle pero no, aquel ser, aunque levantara un brazo a la vez que él, aunque tuviese la misma mirada espantada que él debía tener, no podía ser él. Descartó la idea de ser aquel adolescente de ojos azules, piel blanquecina y pelo rojizo que le escrutaba con la mirada, ni siquiera el hecho de que su pelo era del mismo color de lo que había sido su plumaje despertó en él la más mínima duda.

Escuchó un sonido, parecía un claxon, miró de reojo la ventana, ¿y si lo intentaba? Se preguntó, ¿qué pasaría? Se acercó a ella y dirigió su mirada hacia la calle. ¡Error! Empezó a sentirse mal, se mareó y se alejó. ¿Qué había pasado? Se preguntó. No entendía nada, él nunca había tenido aquella sensación. La puerta se abrió bruscamente:
-¿Qué haces ahí plantado como un pasmarote?- Exclamó un chico, de edad similar al joven del espejo, que le miraba fijamente y con gesto enfurruñado, lo ignoró.- No me contestas, pues tu sabrás lo que haces Juan.
-¿Quíén eres? ¿Cómo me has llamado?- Preguntó Juan desconcertado cuando finalmente se dió cuenta de que se refería a él.
-Soy Antonio, venga Juan, déjate de bromas que tenemos clase, termina de prepararte y baja al portal que nos tenemos que ir o llegaremos tarde- Juan comprendió en ese preciso instante que aquel “Antonio” no era la persona comprensiva que necesitaba para ayudarle a recordar qué hacía allí, quién era aquel chico que le miraba a través del espejo, quién era él mismo o qué había sido; debería buscarse a otra persona para ello.

Antonio salió de la habitación y, tras meditarlo unos segundos, Juan lo siguió con paso apresurado, no tenía otra opción mas que seguirle, además, no sabía lo que era un portal. Le quedaba tanto por descubrir...

jueves, 24 de abril de 2014

A ti, Almería

Te recuerdo Almería, sí, Almería, te recuerdo. También las expectativas que tenía puestas en ti cuando planeamos aquel viaje, mínimas. Sí, mínimas, escasas. Sin embargo, Almería, me sorprendiste: La Alcazaba. Parecía un tesoro entre playas tropicales e invernaderos, una joya que parece coronarte, Almería. Magnífica, no hay otra palabra capaz de definirla mejor. Otras sorpresas sé que guardas Almería, no te preocupes, ya las descubriré.

Y es que suele pasar. Suele pasar que aquellos viajes, aquellos lugares que siempre has querido conocer, te decepcionen en cierta medida. Pueden ser lugares maravillosos, bonitos sí, pero por debajo de la idea que tú mismo tenías de ese lugar. Mientras que otras veces, como a mí me pasó con Almería descubres un paraje inesperado y vives una experiencia única. Ya que, como una buena amiga mía siempre dice: los mejores planes, las mejores aventuras, se viven cuando no se planean, cuando se improvisan.


Os adjunto un vídeo de La Alcazaba de Almería que yo mismo realicé, en él podréis observar que mis palabras, se quedan cortas:



lunes, 21 de abril de 2014

Una pequeña carta

¡Buenos días! Espero que hayáis pasado una buena Semana Santa. Esta obra ha resultado seleccionada en el concurso de cartas breves organizado por Letras con arte. Aquí os la dejo, espero que os guste:


Nuestra butaca

Me olvidé decir que aquella mañana algo cambió en mi vida, ya nada sería igual. Tan sólo fue necesario aquel breve cruce de miradas para descubrir que si debía plantearme algún objetivo en esta vida ése debía ser conocerte y que si aquella pequeña intuición que, poco a poco, iba surgiendo con fuerza en mi interior era cierta, compartir el resto de mi vida contigo. Cómo son las cosas, ¿qué hubiera pasado si aquella mañana no hubiese tomado aquel tren donde intercambiamos nuestras primeras palabras? Probablemente ahora, cincuenta cumpleaños más tarde tú y yo no estaríamos sentados cada uno en su butaca a unos escasos centímetros, como otro día cualquiera, como otro día más. Hemos vivido tanto juntos, somos tan felices, que hoy sólo me cabe esperar que mañana, como otro día más, tú estés en tu butaca y yo en la mía, tan cerca como siempre. Si una cosa tengo clara es que sin ti no soy, sin ti no existo. Cada vez la distancia entre tu y yo se acorta más y más, hasta que llegará el día en el que seremos sólo uno,y ya no serán dos butacas, será una, nuestra butaca.

sábado, 12 de abril de 2014

Una noche fría

Ya está aquí semana santa otra vez, os dejo este pequeño poema acompañado por una foto del puente romano de Córdoba, que bien no tiene mucho que ver con esta festividad pero que espero que os guste:


Una noche fría

A la luz de la luna, una noche fría,
un oscuro pensamiento,
cargado de amargura e ironía,
marcaban el compás de mis pasos.


A la luz de la luna, una noche fría,
un eterno divagar,
un caminar sin rumbo ni travesía,
cargado de reflexión, pasión.


A la luz de la luna, una noche fría,
un confuso malestar,
un noctámbulo en un mundo sin poesía,
una vida de ambigua, sutil agonía.



lunes, 7 de abril de 2014

Así es la vida

A veces ciertas historias son tan tremendamente absurdas, tan casuales, que podrían ser ciertas, de una manera similar es como me he sentido cuando he terminado de leer Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez.

Me ha parecido tan inverosímil, salpicada de tantas casualidades que podría ser más real que cualquier otra porque la vida es eso, una sucesión de casualidades. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado: y si hubiera tomado esta decisión, y si hubiera cogido ese tren, y si...? ¿Cuántas? Muchísimas, o al menos a mí en mi corta existencia así me lo ha parecido...

Ya lo decía Ortega y Gasset: Yo soy yo y mi circunstancia. Una vida de decisiones, de decisiones y circunstancias en la que el pasado no se puede cambiar, en la que sólo aspiramos a aprender de nuestros errores y de nuestros aciertos. Así es la vida.

viernes, 4 de abril de 2014

A compás de los duendes



A compás de los duendes es el último libro de letras flamencas del sanroqueño Juan Carlos Muñoz. En él la magia del flamenco y la pasión con la que su autor escribe cada uno de sus trabajos se unen para dar lugar a una obra de arte, un libro que merece la pena leer, un libro que merece la pena comprar. Podría decir muchas cualidades que lo hacen único y especial, sin embargo, creo que no hay reflejo más fiel ni mejor descripción que una muestra de su contenido:


Soleá de Córdoba

Encanto, magia y dulzura
Barrio de la Judería,
símbolo de la hermosura.

Córdoba cristiana y mora
belleza de Andalucía
al pie de Sierra Morena,
deslumbra por su alegría.

Sabe demostrar al mundo
que es una tierra encantada,
de sentimientos profundos.

Un Guadalquivir tranquilo,
con sabor a puro mar
se lleva para Sanlúcar,
mi cante por soleá.

Le pido de vez en cuando
al Cristo de los faroles,
cositas de contrabando.



Tiento

No intentes juzgar un libro,
tan solo por la portada
procura mejor leerlo,
y ten la boca cerrada.

Quizás me haya equivocao,
en más de una ocasión
pero juro ante la biblia,
que fue sin mala intención.

No suelo perder el tiempo,
escuchando tonterías
prefiero estarme callao,
ante las habladurías.

Ahora comprendo las cosas,
que antes yo no comprendía
las vivencias de estos años,
me han dao sabiduría.

Guardaré mis cartas,
para otra ocasión
quiero ganar la partía,
al engaño y la traición.








Si quieren adquirir el libro pinchen en el siguiente enlace:



miércoles, 2 de abril de 2014

Un pequeño cuento de mi infancia

Cómo cambiamos a lo largo de los años, cómo cambia nuestra forma de ver el mundo. Éste es un pequeño cuento que escribí ya hace años, quizás si ahora tuviera que reescribirlo se parecería seguramente muy poco a
lo que un día fue, sin embargo aquí os lo dejo, intacto, tal y como en su tiempo lo escribí. Espero que lo disfruten:


Historia de una ballena en la Bahía 

 Aquella mañana me desperté y lo primero que hice fue asomarme al balcón, desde mi casa se veía la Bahía de Algeciras y el Peñón de Gibraltar, a mí me encantaba asomarme por él. Pero esa mañana mi sorpresa fue tal que casi me desmayo, no lo podía creer, allí, en la Bahía había una ballena hermosísima. Yo, con el corazón acelerado llamé corriendo a mi amigo Joaquín que tenía un barco:

 -Joaquín, ¿has visto la ballena que hay en la Bahía? ¿Porqué no vamos a verla en tu barco?- Le pregunté. 

 -De acuerdo, ¿por qué no?- Me contestó él. 

 Cuando llegué al puerto, Joaquín ya lo tenía todo preparado, nos montamos en el barco y fuimos en busca de la ballena. Cuando la divisamos, nos acercamos cuanto pudimos: 

 -¡Es hermosa!- Exclamé. 

 -Nunca había visto una ballena tan bonita y grande- Dijo Joaquín. 

 -Acerquémonos más, no nos puede hacer nada un ser tan bello. 

 -No, sería peligroso- Concluyó Joaquín. 

 Le hice unas cuantas fotos y volvimos a casa, yo estaba enfadado porque no me había podido acercar más pero fue un día muy divertido. 

 Al día siguiente cuando compré el periódico en primera plana había una noticia alarmante: Dos hombres mueren al acercarse demasiado a la ballena que se encontraba ayer en la Bahía. Entonces comprendí por qué Joaquín me había impedido acercarme: Los hombres de la noticia podríamos haber sido nosotros, entonces aprendí que no hay que subestimar a un animal por su hermosura.